Maximiliana Sántiz se graduó de la carrera de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH) y su historia de superación personal logró viralizarse en redes sociales.
Años atrás, Maximiliana, indígena tzotzil, huyó de la comunidad de Báchen, en el municipio de San Juan Chamula, Chiapas, para escapar de sus costumbres.
Allí, las mujeres no tienen derecho a estudiar pues se espera que se dediquen al hogar y al campo. Algunas incluso llegan a ser vendidas como esposas a los hombres.
Maximiliana rechazó este destino y logró meterse en la UNACH con el fin de superarse.
Sin embargo, la joven tzotzil tuvo que luchar contra algunos de sus compañeros de clase pues la criticaban y discriminaban por no hablar español.
Además de la discriminación, Maximiliana tuvo que enfrentar el abuso sexual de uno de sus patrones, pero a pesar de eso, continuó su lucha por superarse.
«Mis compañeros se reían, me pegaban y burlaban. Yo apenas entendía lo que decían, pero sí recuerdo la palabra india utilizada como puñal de odio. Yo resistía, estudiaba y aprendía en español. Fui lavaplatos, mesera, ayudante de cocina y empleada doméstica. Nada me detenía para llegar a la escuela, ni siquiera el abuso del que fui víctima por parte de uno de mis patrones”.
Además, Maximiliana tuvo que romper con los usos y costumbres de su comunidad, ya que si continuaba arrastrándolos, de nada le hubiera servido escapar de su pueblo.
Hoy, la fotografía de graduación en la que aparece con sus padres, ha sido compartida y comentada por miles de personas que ven en Maximiliana, un ejemplo claro de superación personal.
«Al concluir la escuela, tuve una discusión con mi padre por la ropa de graduación que mis compañeras eligieron. A él le parecía inadecuada. Producto de este disgusto me negaron la posibilidad de estudiar la secundaria en una escuela cercana al paraje. Supliqué a mi padre, quien nunca dobló su decisión. Yo tendría que hacerme cargo de labores del hogar y el campo, pero resistí”.
Al preguntarle porqué estudió arquitectura, la joven orgullosamente tzotzil, reveló que fue porque su padre siempre fue peón de albañil.
Maximiliana relata a los medios locales que al contarle a sus compañeros lo que quería estudiar, estos la llamaron “loca”.
«Desde el inicio la carrera de arquitectura fue difícil, pues algunos compañeros e incluso docentes utilizaban un adjetivo para tratar de frustrarme. Me llamaban loca, igual que antes los niños acomodados de la secundaria en San Cristóbal me decían india. Hoy, una vida después de haber salido de mi casa he terminado la carrera como arquitecta y mis padres viajaron a recibir mis papeles; más que nunca ellos creen en mí y en la posibilidad de que un ser minúsculo, cualquiera que sea siempre que trabaje duro puedo cambiar las dinámicas y la propia historia de su vida y su gente”.
Actualmente, Maximiliana cuenta con orgullo que su padre ya piensa diferente sobre ella y el rol que deben jugar las mujeres, ya que en lugar de sentirse avergonzado de que su hija “rompió con la costumbre de que las jóvenes deben quedarse en casa”, grita en el pueblo con orgullo que ya tiene una hija arquitecta.
Maximiliana Sántiz, ahora como arquitecta graduada, busca conseguir una maestría e incluso estudiar en el extranjero.
Su labor continúa pues también ayuda a sus hermanas a terminar la preparatoria.