El arte de tejer las fibras vegetales se remonta desde la época prehispánica como una de las ramas más antiguas que consiste en utilizar la vegetación que existe en el entorno y, a través de diferentes técnicas de tejido, convertir la materia prima en artesanías de ornato y utilitarias.
En el Estado de México maestras y maestros del arte popular producen piezas con el tule, como mesas, sillas, muebles, cestos, bolsas y petates, entre muchas más.
La magia de estas artesanías inicia desde el corte del tule en las lagunas o charcas y seleccionar la que mida de 1.5 a 2 metros de altura, hasta lograr obtener un buen manojo para, posteriormente, llevarla a sus talleres e iniciar con el proceso de selección de los tallos de colores verde y amarillo.
Después de unos días, continúa con el tejido del tule; éste puede ser de cruz doble, de cruz triple, petatillo o bien de surco, utilizado como herramienta principal las manos y apoyándose de algunos punzones y navajas.
Durante este proceso, un elemento esencial es el agua que sirve para remojar y ablandar la fibra y así poder facilitar el trabajo. El tiempo para elaborar una pieza siempre dependerá del tamaño y tipo de tejido, que puede ser de un día a una semana.
Los municipios que destacan por producir este tipo de artesanías son Lerma, San Mateo Atenco, Tianguistenco y Zumpango.
El Instituto de Investigación y Fomento de las Artesanías del Estado de México (IIFAEM), a través de sus Tiendas de Artesanías Casart, invita al público a conocer y adquirir este tipo de piezas que realiza el gremio artesanal de la entidad.